> PUNTO DE VISTA

FERNANDO MARENGO - Socio y economista de Ricardo Arriazu & Asociados - Macroanalistas

El 2,6% de inflación anunciado por el Indec para abril se ubicó claramente por encima de las estimaciones del mercado. De este modo, el índice minorista acumula un alza del 27,5% en los últimos 12 meses, mientras que transcurrido el primer cuatrimestre el incremento de precios superó el 9%, complicando aún más el cumplimiento de la exigente meta de inflación fijada para este año (entre el 12% y el 17%). A la hora de explicar el desempeño observado por los precios, se destacan algunas situaciones puntuales.

El primer factor es la recomposición de precios relativos como la que intenta llevar a cabo el gobierno desde su asunción. Los mayores incrementos provienen de los regulados. Luego de años de retrasos en los precios de las tarifas de servicios fundamentalmente en la Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires -el área de referencia para relevar los precios-, el proceso de eliminación de las distorsiones acumuladas a lo largo de los años impulsa el precio de estos bienes. El principal problema es que su impacto no termina ahí. Como los servicios son insumos en la producción de otros bienes y servicios, existe un efecto “de segunda vuelta” en precios en el resto de la canasta. Aunque el caso más resonante es el de las tarifas, existe otro grupo de bienes que sufrió retrasos en los últimos años, por la política de controles de precios realizada por la anterior gestión. Su reacomodamiento, en la medida que la demanda lo permita, suma un nuevo impulso de los precios.

Un segundo factor que ayudaría a entender la dinámica inflacionaria, está relacionado con los precios estacionales. Detrás de los regulados, los valores de estos bienes fueron los que registraron el mayor crecimiento del primer cuatrimestre. Uno podría tratar de minimizar su efecto con la “esperanza” de que, pasados los meses “estacionalmente altos”, sus precios detengan la suba. El problema es que una parte significativa de estos valores estacionales son alimentos, cuya evolución inquieta a toda la sociedad.

El incremento de casi 9% en solo cuatro meses en la canasta de alimentos estuvo explicada por temas estacionales (el mal clima generó alzas en las verduras), mientras que los fuertes incrementos de otros productos (lácteos) estarían respondiendo a problemas estructurales del sector. En lo que resta del año, el índice general de inflación posiblemente se desacelere siempre que no se dispongan nuevos ajustes en las tarifas y que se reviertan los temas estacionales. Pero la inflación núcleo (canasta que excluye de la medición los precios regulados y estacionales) aún se mantiene en niveles elevados. Luego de una década de inflación, en promedio, por encima del 25% anual, frenar la inercia inflacionaria demandará no sólo tiempo, sino además, que se ejecute un programa antiinflacionario integral y creíble.

Los solitarios intentos de la autoridad monetaria tendientes a cumplir la meta de inflación, basados en elevadas tasas de interés, la no intervención en el mercado de cambios y la esterilización de los pesos contra la emisión de deuda del Banco Central, podrían ayudar a controlar la inflación en el corto plazo, contra la pérdida de competitividad resultante de la apreciación del tipo de cambio y la ralentización de la actividad económica.

La solución definitiva para eliminar la estafa de la inflación, demanda la acción coordinada y consistente de la política fiscal, y monetaria y cambiaria; mayor flexibilización de diversos mercados e integrar el país en los mercados internacionales de bienes.